O como lo conocían en su barrio Pablito de Sarasate. Pues sí, esa fue la herencia de su padre, un rimbombante nombre por el que nadie lo recuerda Martín Melitón Pablo de Sarasate y Navascués. Nombre tan vasto como el talento que demostró en vida.Pablo Sarasate nació el 10 de marzo de 1844 en Pamplona, hijo del músico militar Miguel Sarasate Juanena y de Javiera Navascués Oharrechena.

Fue niño precoz que debutó como violinista a las siete años de edad. La Condesa de Espoz y Mina le concedió una pensión para estudiar en Madrid. Una vez en la capital de España, la reina Isabel II le concedió una beca para ampliar sus estudios en París.

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Según las críticas y crónicas de la época, su fuerza radicaba más en la sutileza de interpretación que en el fuego temperamental, aunando ataque, pasión, flexibilidad y una facilidad natural para el violín. Su técnica de la mano izquierda fue también famosa, así como la velocidad de ejecución. Arrancaba el más hermoso sonido que pueda esperarse del violín sin mostrar el enorme esfuerzo.
En su testamento, Sarasate cedió su violín Stradivarius y 25.000 francos al Conservatorio de Madrid para la organización de un premio que llevara su nombre y que terminaría convirtiéndose en el Premio Nacional de Violín.

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Por el grado de dificultad técnica de las piezas de su catálogo, se adivina que los elogios debieron de ser sinceros, ya que no habría compuesto lo que él mismo no se hubiera atrevido a tocar con propiedad y brillantez.

Una constante en sus obras es la presencia del folklore español, destacando las jotas navarras y zorcicos vascos como punto de partida y como principal elemento rítmico y melódico.

De se extensa obra a mi me gusta destacar esta, q1uizas menos popular que el zapateado o la fantasía sobre Carmen de Bizet.

Deleitense, aires gitanos, interpretado por Arthur Grumiaux

 

(fuente documental wikipedia)

 

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